La tecnológica BQ renueva su marca de la mano de Saffron

Todo comienza con una huella digital – en los dos sentidos de la palabra – que inicia el proceso de creación. Esta idea se materializa en un símbolo compuesto por 5 círculos de colores que representan las 5 huellas dactilares de una mano.

El sistema presenta también una ventana blanca que interactúa con los distintos fondos, desvelando imágenes creativas, metafóricas o tecnológicas que pretenden hacer que la misión de marca de BQ cobre vida. Imágenes que pretenden inspirar,  animar y hacer comprensible y cercana la tecnología.

Al más puro estilo “Silicon Valley”, la compañía tecnológica española BQ, comenzó a gestarse en 2003, gracias a seis estudiantes de ingeniería de la Universidad Politécnica de Madrid que decidieron comenzar un pequeño negocio de dispositivos USB. Hoy BQ es una compañía consolidada e internacional, con más de 1000 empleados que, más allá de estos USB iniciales, diseñan y producen e-readers, smartphones de última generación, impresoras 3d, juguetes robotizados y mucho más.

BQ tiene además una lado educacional en su negocio, que pretende hacer la tecnología accesible a todo el mundo, no sólo en términos de precio, sino más importante, en términos de provisión de las herramientas necesarias para que todo el mundo comprenda la tecnología, la utilice y la desarrolle.

Antes

Después

Junto a la consolidación de la compañía, el negocio se ha ido expandiendo más allá del mercado español para competir con los productores y distribuidores de smartphones de primera división.

En este contexto de continuo crecimiento, BQ decidió contar con la consultora Saffron para construir una marca más fuerte y diferenciadora, que pudiera crecer con ellos y llevarlos a metas más ambiciosas.

Según cuentan desde Saffron, “basado en su ya inherente ADN, concretamos la misión de marca de BQ que es ‘ayudar a las personas a comprender la tecnología, animándolas a usarla e inspirándolas a desarrollarla’. También destilamos los aspectos clave de su personalidad: honesta, retadora, dinámica, confiable y didáctica”.

Todos estos aspectos del ADN de BQ llevaron a Saffron a crear una identidad visual “viva y única que inspirase a la gente a aprovechar al máximo sus ideas mediante el uso y la comprensión de la tecnología”.

Todo comienza con una huella digital – en los dos sentidos de la palabra – que inicia el proceso de creación. Esta idea se materializa en un símbolo compuesto por 5 círculos de colores que representan las 5 huellas dactilares de una mano.

El sistema presenta también una ventana blanca que interactúa con los distintos fondos, desvelando imágenes creativas, metafóricas o tecnológicas que pretenden hacer que la misión de marca de BQ cobre vida. Imágenes que pretenden inspirar,  animar y hacer comprensible y cercana la tecnología.

Personalmente creo que el aspecto menos destacable es el logo. Considero cierta falta de equilibro en el símbolo, supeditado a un concepto que es muy interesante pero que pasa demasiado desapercibido. Lo que uno acaba percibiendo son cinco círculos con una disposición imprecisa, aunque es verdad que una vez entendido el concepto, el sello adquiere mucho más sentido.
También encuentro la composición resultante poco compacta lo que impide que la marca firme con la suficiente contundencia.

Sin duda el aspecto más destacable es el sistema de cajas blancas y sus respectivas ilustraciones, que llenan la marca de metáforas inspiradoras. La marca adquiere aquí un punto divertido, lleno de dibujos y texturas que contrastan muy bien con lo que podría percibirse como una compañía demasiado ‘ingenieril’. La nueva imagen ayuda así a posicionar la compañía en un plano más cercano, más educativo.

Las grandes cantidades de blanco utilizadas en el sistema ayudan a potenciar el lado tecnológico y futurista, al estilo Apple.

La tipografía monospace utilizada – Akkurat Mono – transmite bien la esencia tecnológica, recordando incluso al lenguaje de programación. Podemos verlo claramente en las tarjetas de visita, donde se usan signos como barras o puntos como si se tratase de un párrafo de código.

Los trazos de color degradado se salen un poco de la línea minimalista general, pero usándose con prudencia ayudan a iluminar un poco este universo tan aséptico, como vemos en editorial o en fondos de pantalla (la camiseta no la compro).

En definitiva, más allá de ciertos aspectos formales que se puedan cuestionar, es un proyecto que cumple bien los objetivos de mostrarse más humanos y tecnológicos a la vez, de manera dinámica y didáctica.