El branding como disciplina ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Así es como hablamos de employer branding, city branding, brand architecture, brand guidelines, brand management, brand guardian y un largo etcétera que requeriría otro post para profundizar cada término. Pero, ¿por qué está tan de moda el branding?
El mundo se ha vuelto muy complejo y es cada vez más difícil estar enterado de algo entre tanto ruido. La inforxicación, esa palabra que muy bien define el exceso de información que en vez de aclarar algo, aún nos confunde más y nos intoxica, es la norma. En un contexto de ruido constante una marca es, literalmente, como un faro en el camino, un distintivo, algo que nos dice alguna cosa y que nos enfoca.
Piénsalo de esta manera: si quieres comprar un ventilador, ¿cuánto tiempo podrás dedicar a conocer todas las marcas y los modelos, revisar los foros para tener referencias y saber en cuál depositar tu confianza antes de comprar el electrodoméstico en cuestión?
Como el exceso de oferta de ventiladores es tan amplio, ya no puedes asumir hacer un barrido del mercado tú mismo, porque requeriría mucho tiempo. Ahí es cuando entran en juego las marcas, porque son una promesa de satisfacción.
Una marca es, por tanto, una entidad diferente, con voz propia y que se diferencia por algo del resto de propuestas similares. Y eso es lo que compramos. Compramos el ahorro de tiempo de buscar y comparar. Compramos esa seguridad que acorta el riesgo. Compramos la confianza que nos transmite esa marca y no otra.
Este exceso de oferta que nos hace confiar más que nunca en las marcas es un fenómeno que también sucede en el mercado laboral. El mercado está saturado de abogados, periodistas, fotógrafos, diseñadores, contables, arquitectos, informáticos, ilustradores, psicólogos, consultores, etcétera. De todos ellos/as das por sentado que saben hacer su trabajo muy bien y sin embargo, es muy difícil saber por cuál decantarse cuando la oferta es tan homogénea e indiferenciada.
Ahí es donde entra en juego el branding personal, esto es, la distinción de la oferta profesional utilizando técnicas de creación de marca y de comunicación. En palabras super sencillas, convertirte como profesional en un producto y venderte como tal.
El branding personal está a medio camino entre la identidad corporativa y el desarrollo personal. Se trata de descubrir aquello que te diferencia y usarlo como faro sobre tus puntos de paridad (aquello por lo que te contratan y que hacen tan bien como el resto). Es cada vez menos importante el currículum y el portafolio. Está ganando peso la marca, esa imagen que proyectas.
Algunos conceptos que nos ayudan a situar qué es una marca:
1. Una marca no es un logotipo
El logotipo es una declinación de la marca y una expresión de esta, pero no es la marca. La marca nace antes de la forma visual que es el logotipo y nace del pensamiento estratégico. Una marca tiene un sentido y viene a ocupar un lugar en el mercado. Es por eso que antes de crear tu propia marca te tocará hacer algo de análisis de mercado para entender qué problema solucionas.
2. Eres tú, conócete para sacarte partido
En la definición de “tú” es importante que hagas converger la mayor cantidad de intereses y motivaciones ya que eso amplía tu alcance como profesional, a la vez que te enfoca. Lo creas o no, tu yoga tiene que ver con tu desarrollo profesional, lo mismo que tu curso de cocina o tu pasión por el bonsái. Todo está encapsulado en la misma persona y esos elementos extra que ya estás trabajando aparte, le aportan a tu profesionalidad aspectos diferenciales y únicos que es recomendable explotar y hacer confluir con tu actividad profesional principal.
3. Explora tus intangibles
Los intangibles constituyen aquello que no se ve ni se cuantifica pero que tienen mucho peso y hoy día son la diferencia. Tus títulos y los masters que atesores son tangibles en tanto que la actitud, la paciencia, la forma amable de contestar siempre a cualquier mail o el trato que le das a tus clientes, constituyen los intangibles de los que te hablo.
4. Comunica en 360º, cuidando todos los puntos de contacto
Primero debes entender que siempre estamos comunicando. Puede que lo hagamos conscientemente o puede que no, en cuyo caso, eso mismo es lo que comunicamos. Partiendo de esta idea, es importante darse cuenta como todo lo que hacemos forma parte de nuestra marca y esto incluye el logotipo, la tarjeta que entregas, como te vistes, si eres puntual, como hablas, si sabes escuchar o no y un largo etcétera.
A lo largo del artículo he recopilado algunos ejemplos de marca personal que me parecen útiles para un público como el que acostumbra a leer esta web. Me ahorro hablar de Salvador Dalí, de Steve Jobs o de Albert Einstein, aunque sí me he propuesto que las marcas no sean solo de creadores visuales sino que puedas ver como el concepto del branding se aplica a otras profesiones menos visuales.
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