El diseño de los billetes es uno de los símbolos identitarios más importantes de un país. Debido al creciente uso de la tarjeta de crédito, la adquisición de los nuevos hábitos de la compra online y formas de pago como el bizum, este antiguo objeto de deseo es hoy un objeto en peligro de extinción. Sin embargo, la componente visual y emotiva que tienen los billetes, siempre quedará presente en los recuerdos de nuestra memoria.
Por un lado, por el sinfín de anécdotas que todos almacenamos respecto a estos populares y codiciados papelitos. Aquella vez que para tu sorpresa te encontraste un billete en la acera, ese otro día que sin darte cuenta lo metiste entre la ropa en la lavadora, las primeras pagas de juventud… Cuanto más echamos la vista atrás, más recuerdos nos llegan, esta vez en forma de pesetas.
Hasta la llegada del euro, la moneda de cambio en España era la peseta, que el 30 de junio de 2021 finaliza su etapa. A partir de ese momento, el Banco de España dejará de cambiar pesetas por euros.Una fecha que también marcará el final del proyecto que diseñó Cruz Novillo entre 1979 y 1985.
Dar forma gráfica a la divisa de un país es uno de los retos más importantes a los que un diseñador se puede enfrentar en su vida profesional. Y eso es lo que le sucedió a Cruz Novillo cuando en 1978 recibió la llamada del gobernador del Banco de España con el encargo de diseñar los nuevos billetes.
Un diseño singular
Diseñar la identidad de los billetes encierra un sinfín de singularidades. El desarrollo del proyecto es muy distinto a la creación de un logotipo. No es un concepto de marca que nace para ser visto. Los billetes también se tocan y se intercambian.
En el plano conceptual, se acerca más al terreno de la identidad de un país (bandera, escudo, sellos), lo que conlleva también un plano afectivo y emocional, que toca la fibra sensible de cada uno.
A la singularidad de estos factores se suma el apartado más gráfico. En este sentido, no se trata de crear un solo elemento visual, sino un sistema coherente e integrado. Y para rematar la jugada, no se puede obviar otra componente fundamental: la seguridad.
Los billetes diseñados por Cruz Novillo, consiguieron resolver todos esos hándicaps. Y también alguno más, porque justo en ese momento España se adentraba a jugar en el terreno de la democracia.
El maestro Cruz Novillo revive ese momento en que recibió el encargo del diseño de los billetes de peseta: «En 1978 recibí una llamada en el estudio de parte del Gobernador del Banco de España José Ramón Álvarez Rendueles para encargarme el diseño de los nuevos billetes de pesetas. Recuerdo que me hizo mucha ilusión la idea de poder renovar el papel moneda de un país que acababa de estrenar su democracia».
«Me lo tomé muy en serio, entre otras cosas porque no se me ocurre ningún trabajo de diseño que se produzca en más unidades ni que lo vayan a utilizar más personas».
Cruz Novillo
La serie al completo
El encargo del Banco de España consistía en rediseñar toda la serie de billetes: 200, 500, 1.000, 2.000, 5.000 y 10.000 pesetas. El único briefing que Cruz Novillo recibió es que cada billete debía contener en el anverso un retrato de un maestro de la literatura española. Así surgieron los rostros de Leopoldo Alas ‘Clarín’, Rosalía de Castro, Pérez Galdós y Juan Ramón Jiménez. Si bien, los billetes de mayor valor quedaron reservados para la figura del rey, Juan Carlos I.
“Los primeros billetes en salir fueron los de 500, 1.000 y 5.000 pesetas y lo hicieron de manera simultánea con la fecha que llevan impresa: el 23 de octubre de 1979. Luego vinieron los de 200 y 2.000 pesetas en 1980 y el de 10.000 ya en 1985”, explica Cruz Novillo.
«Este último tiene la curiosidad de que también aparece, al igual que en el de 5.000, el retrato del Rey Juan Carlos, mientras que le dediqué el reverso a un joven Príncipe Felipe. De haberse producido un billete de 20.000 pesetas el rey hubiera aparecido por tercera vez, pues era condición del encargo que protagonizara siempre el billete de mayor valor».
Para completar la imagen en el reverso el Banco de España aceptó la propuesta de Cruz Novillo de incluir alguna referencia a la arquitectura o paisaje relacionados con la vida del propio escritor. “Así creé las parejas Leopoldo Alas ‘Clarín’/árbol (200 pesetas), Rosalía de Castro/casa (500 pesetas), Benito Pérez Galdós/paisaje (1.000 pesetas), Juan Ramón Jiménez/casa (2000 pesetas), Rey Juan Carlos/palacio (5.000 pesetas) y Rey Juan Carlos/Príncipe Felipe (10.000 pesetas)”.
Otra singularidad es que los reversos incluían en su parte superior derecha “un fragmento de texto manuscrito de los propios protagonistas del billete”.
El tamaño sí importa
El diseño de los billetes de Cruz Novillo, no solo renovó y modernizó el papel moneda. Este proyecto también permitió normalizar los tamaños y aportar una coherencia gráfica, dentro de un sistema identitario.
«Recuerdo que los grabadores de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre estaban agradecidos de que en mi propuesta de diseño los retratos fueran de mayor tamaño que en los billetes anteriores, donde los rostros de Manuel de Falla o Echegaray eran pequeños».
Cruz Novillo
Una cuestión que más allá del diseño, también enlazaba con uno de los factores más importantes del encargo: la seguridad.
“Ese aumento de dimensión facilitaba en alguna medida un trabajo de gran complejidad. El resultado que obtuvieron esos profesionales (Pablo Sampedro y sus compañeros) fue decisivo para la calidad final de mi proyecto. Y además, era una parte de los elementos de seguridad que incluían los billetes para dificultar su falsificación”, afirma.
Sobre el apartado de seguridad y las particularidades del encargo, Cruz Novillo revive algunos datos: “El primer elemento de seguridad es el propio papel en el que están impresos: su carteo (la combinación de sonido y tacto al ser agitado) es muy difícil de imitar. Y hay que tener en cuenta también la durabilidad de un papel que va a ser doblado e intercambiado miles de veces. Las marcas de agua y las filigranas tras la cifra de cada billete completaban este aspecto”.
Era otra época, donde el diseñador tenía contacto directo con el cliente, no con los diferentes departamentos o subordinados. Por ejemplo, Cruz Novillo recuerda cómo fueron “los ministros Fernández Ordóñez, Fuentes Quintana y Abril Martorell quienes impulsaron este proyecto, sin matices, durante todos los años que estuvieron estas pesetas en circulación”.
Paradojas de la vida o del diseño, resulta curioso que un objeto que sirve para comprar, a su vez tenga que ser comprado: “Cuando los billetes pasaron a ser producidos, le compré al Banco de España 10 de cada serie para nuestro archivo de trabajos, y me los mandaron numerados del 21 al 31”, rememora Cruz Novillo. “Supongo que hoy tendrían valor numismático al tener una numeración tan baja, pero una noche entraron a robar en mi estudio de Madrid y se los llevaron. Cuando mi cliente se enteró me mandó nuevos billetes, pero ya sin ese valor añadido”. Algo que no deja de ser llamativo por lo efímero que al final es todo.
El diseño del euro
Años después, en 1996, Cruz Novillo recibió la invitación para participar en el concurso restringido de diseño de la nueva moneda que iba a sustituir a la peseta: el euro. El Consejo del Instituto Monetario Europeo seleccionó a dos estudios de diseño de cada uno de los países que iban a adoptar la moneda única.
“La condición básica del encargo era que no debían aparecer en los billetes personas ni paisajes que pudieran reconocerse como propios de ningún país europeo, para evitar malentendidos sobre la mayor o menor importancia de unos u otros”, explica.
“Mi decisión más relevante en este proyecto fue darle el protagonismo a obras de arte universales y de muy distintas épocas históricas”. Finalmente, el concurso lo ganó un estudio austriaco “con una interesante propuesta basada en arquitecturas ficticias: nada de lo que aparece en esos billetes existe”.
Cruz Novillo
Por lo pronto, si alguien guarda todavía alguno de los antiguos billetes de pesetas, que lo guarde como lo que es, un auténtico tesoro.
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